La tarde se va y vos estas ahí, sentada frente a la ventana, mirando el perfil de la ciudad, el cielo que está gris, y la noche que empuja hacia el horizonte la neblina del atardecer, las últimas luces de un día de invierno que se filtran entre las ventanas de los edificios en el centro, corren y juegan entre los perfiles y las antenas, y la tarde gris se vuelve púrpura, y después naranja, hasta perderse en la infinita oscuridad que todo lo oculta y todo lo cubre.
En ese instante en que la luz da paso a la noche, y de los faroles de la ciudad se desprenden las estrellas que se desparraman por el firmamento, la luna reposa en su reinado, triunfadora y mira con despecho, engreída, la huida del sol hacia otras tierras. Desde la cumbre de la cúpula, vigila tus pasos perdidos por la costanera, tu caminar errante por la peatonal, tu visita fugaz a los bares, el parque sarmiento en tu memoria, tu risa, tu llanto, tus desencuentros, tus amores, tus amistades; tus charlas interminables, tus mentiras, tus verdades, el camino de regreso y tus ojos al cerrarse.
Todavía no es de noche en este invierno gris, oscuro y gélido, pero el reflejo de tu sentir se hace eco en el microcentro; sale por la ventana de tu departamento derrumbando, despiadado, todo el calor a su paso. Tus pensamientos se mezclan, no logras encarrilarlos, ponerles orden y nombrarlos, las etiquetas no funcionan esta vez. Tus ojos y todo lo demás en la habitación se tiñen con la luz rojiza del crepúsculo, y la música te lleva en un místico trance.
Cuando volves a la realidad te percatás del huesudo árbol que respira desnudo del otro lado del vidrio. Sentís que es un año raro el que se viene y seguís ahí sentada frente a la ventana empañada, mirando el invierno pasar montado en las nubes del atardecer.
En ese instante en que la luz da paso a la noche, y de los faroles de la ciudad se desprenden las estrellas que se desparraman por el firmamento, la luna reposa en su reinado, triunfadora y mira con despecho, engreída, la huida del sol hacia otras tierras. Desde la cumbre de la cúpula, vigila tus pasos perdidos por la costanera, tu caminar errante por la peatonal, tu visita fugaz a los bares, el parque sarmiento en tu memoria, tu risa, tu llanto, tus desencuentros, tus amores, tus amistades; tus charlas interminables, tus mentiras, tus verdades, el camino de regreso y tus ojos al cerrarse.
Todavía no es de noche en este invierno gris, oscuro y gélido, pero el reflejo de tu sentir se hace eco en el microcentro; sale por la ventana de tu departamento derrumbando, despiadado, todo el calor a su paso. Tus pensamientos se mezclan, no logras encarrilarlos, ponerles orden y nombrarlos, las etiquetas no funcionan esta vez. Tus ojos y todo lo demás en la habitación se tiñen con la luz rojiza del crepúsculo, y la música te lleva en un místico trance.
Cuando volves a la realidad te percatás del huesudo árbol que respira desnudo del otro lado del vidrio. Sentís que es un año raro el que se viene y seguís ahí sentada frente a la ventana empañada, mirando el invierno pasar montado en las nubes del atardecer.
2 comentarios:
detras de la ventana puedo ver como pasan cosas inalcanzables para un ser como yo... aveces sako mi brazo entre las rejas de ella, e intento alcanzar a rosar bavamente algo... y esa es la felicidad e impotencia que me mantienen algo vivo hasta el proximo roce..
me encanta como escribis, creo que ya te lo dije, pero por las dudas lo digo de nuevo... como que es inspirante =)
Este me gustó. Sobre todo lo del invierno.
Es parecido a kómo eskribía yo antes, kizás por eso me gusta. La nostalgia tiene sus verikuetos.
No te tenía kontanto historias o deskribiendo. Estoy akostumbrada a la kontundencia de un par de palabras.
Nuevo flog tmb.
Todo lo q pasa kuandp me ausento unos días.
ja.
-triz-
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